Carta abierta a la población.

La Comisión Europea aprobó en 2022 un proyecto llamado Plan RepowerEU para, según lo indicado en dicho plan, acabar con la dependencia de los combustibles fósiles adquiridos a Rusia a la vez que luchar contra la crisis climática.
Entre otras medidas, este plan contempla la instalación de un gran número de macro plantas de biogás para lo que aprobaron unos paquetes de ayudas en subvenciones a empresas privadas de hasta 15 millones de euros por planta.
Numerosas grandes empresas han estado interesadas desde el primer momento en instalarlas en España.
La patronal gasista generó un documento que cifraba en más de 500 plantas el potencial de CYL.
Las empresas instaladoras suelen ser en muchos casos creadas de la noche a la mañana con un capital social de 3.000 € y con un entramado de ingeniería fiscal que les permitiría eludir responsabilidades en caso de accidente o catástrofe.
Según el delegado de la Junta en Zamora en declaraciones a mediados de enero de 2025, había más de 40 proyectos de plantas de biogás presentados para nuestra provincia de unos 90 presentados para toda Castilla y León.
Sabíamos de la existencia de proyectos en Santibañez de Vidriales, Peleagonzalo, Villanueva de Azoague, Barcial del Barco, Cerecinos del Carrizal, Camarzana de Tera, Villalube y Vega de Tera (estos tres últimos parece que se rechazaron por parte de sus Aytos). Las plantas de esta lista se encontrarían dentro de los más de 40 proyectos mencionados.
En febrero de 2025 el delegado comunicó que fueron admitidos a trámite 9 de ellos: 2 en El Cubo del Vino, 2 en Peleas de Abajo, 1 en Coreses, 1 en San Cebrián de Castro, 1 en Cerecinos de Campos, 1 en Santovenia y 1 en Villardondiego.
El tamaño medio de estas plantas sería de 150.000 toneladas anuales de residuos según el borrador del plan de biogás de CYL. Estamos a la espera de que se publique el documento definitivo para presentar alegaciones a dicho plan, en el que se reconocen conflictos sociales en las poblaciones locales debido a los malos olores e insalubridad que provocan dichos proyectos.
Únicamente han salido a información pública los proyectos de El Cubo del Vino (200.000 toneladas) y de Coreses (95.000 toneladas) y son los que hemos estudiado y utilizamos como referencia. En ambos casos ya acabó el período de alegaciones; desde nuestra plataforma presentamos alegaciones como también lo hicieron Ecologistas Zamora y algunos particulares. En los dos casos estamos a la espera de respuesta por parte de la Junta.
Cómo funciona una planta de biogás:
Una serie de camiones (supuestamente herméticos), más de 70 diarios durante 5 días a la semana en el caso de El Cubo del Vino, recogerían los residuos, los trasladarían a estas plantas y luego los retirarían provocando un aumento del tráfico pesado y deterioro de las carreteras.
Estos residuos, según los proyectos, serían en gran parte purín de cerdo y en menor medida estiércol de vaca, gallinaza, lodos de depuradora, residuos de la industria agroalimentaria, grandes cantidades de paja de maíz, cenizas (hasta de chimeneas de siderurgia y papeleras, ya que la Ley se lo permite) y residuos Sandach 2, que engloba además restos orgánicos de mataderos, incluidos mezcla de grasas, aceite y lodos, restos con residuos de medicamentos veterinarios y contaminantes, animales muertos por enfermedad…).
Una de las primeras consecuencias de llevar todos estos residuos a una misma zona es el aumento de las plagas de insectos.
En el interior de la planta los residuos se trituran y se mezclan. Se introducen en grandes depósitos llamados digestores. En ellos, en un proceso anaeróbico (sin oxígeno) las bacterias convierten la materia orgánica en gas metano, CO2 y ácido sulfhídrico entre otras sustancias (biogás). Este biogás se depura en algunos casos para enriquecerlo en metano y así poder inyectarlo a la red con un 95% de gas metano y características similares al gas natural (biometano). El CO2 separado se emitirá en grandes cantidades a la atmósfera junto con óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono y compuestos orgánicos volátiles.
Las plantas de biogás disponen de unas enormes antorchas para quemar el biogás crudo que funcionarán unas 300 horas al año según los propios promotores. En estas antorchas se dan las condiciones perfectas para la formación de dioxinas, furanos y otros compuestos orgánicos volátiles altamente cancerígenos.
La planta de El Cubo del Vino procesaría 200.000 toneladas de residuos, y una cantidad similar de subproducto llamado digestato o digerido saldría de ella. Este digestato es una mezcla de lodos y residuos resultantes del proceso que contiene los mismos contaminantes de los residuos que entraron en la planta pero más concentrados, además de químicos añadidos en la depuración del gas, esporas de bacterias y hongos en altas proporciones.
Para esta planta está proyectada una balsa exterior de 34.000 metros cúbicos en la que se depositaría el digestato.
Al digestato saliente se le añadirían paja y las cenizas ya mencionadas para alcanzar un 20% de materia seca y extenderlo sobre miles de hectáreas de cultivo con cubas de purín (unas 18.000 según nuestros cálculos).
El uso de este digestato cómo abono es más perjudicial que los propios purines. Con el amparo del reglamento UE 2019/1009 puede contener 1mg Mercurio/Kg, 120 mg de plomo/Kg, 2 mg Cromo hexavalente, 300 mg Cobre/Kg, 2 mg Cadmio/Kg, 800 mg Zinc/ Kg, 40 mg de Arsénico/ Kg y hasta 5 gramos de plástico por kilo. Este cóctel de metales pesados se considera abono de calidad según las empresas y las administraciones. El uso de este abono en la agricultura a gran escala tendría graves efectos sobre la salud pública al introducir en la cadena alimentaria y el medio ambiente a través del suelo y el agua, grandes cantidades de metales pesados y compuestos orgánicos persistentes.
En ningún caso se solucionarían los problemas de los purines. Es más, se siguen agravando con la concesión de licencias sin límite a la ganadería industrial generadora de purines, y estas plantas lo facilitarían al considerarse gestores autorizados y poder justificar sus ampliaciones y nuevas implantaciones si llevan sus deshechos a estas plantas. Se considera que gestionando sus residuos de esta forma no aumentan la carga ganadera ni la contaminación, que es una de las pocas limitaciones que hasta ahora tienen.
Por otro lado, estas plantas consumirían grandes cantidades de paja hasta ahora disponibles para la ganadería familiar que es la que fija población en el territorio, y que genera un estiércol usado como abono que contribuye a la fijación de carbono en los suelos, es decir, que beneficia al suelo.
A pesar de emitir miles de toneladas de CO2 y de retirar de los campos la materia orgánica que enriquece en carbono los suelos agrícolas aumentando su fertilidad, las plantas de biogás son consideradas sumideros de CO2, lo que les proporciona grandes beneficios en ayudas a estas empresas basándose en una gran mentira. De otra forma no serían rentables.
Este tipo de plantas convertiría nuestros pueblos en vertederos donde llegarían cientos de miles de toneladas de residuos (es el nuevo plan de gestión de residuos), con la única intención de generar gas y poder justificar seguir aumentando sin control la generación de purines.
En el caso de otras plantas como la de Coreses, los residuos obtenidos tras el proceso de generación de gas se separan en líquido-sólido. Con la parte sólida realizan un compost para venderlo como abono en forma granulada o similar; y el líquido lo filtran, obteniendo un agua “regenerada” que se pretende usar como agua de riego aunque está prohibido su uso para cultivos de la cadena alimentaria. En el caso de Coreses se utilizará para el riego de una misma parcela de 12 hectáreas.
En esta planta se utilizarían 50.000 litros de ácido sulfúrico al año para limpieza de los filtros y otras grandes cantidades de compuestos químicos peligrosos.
Indicar que esta planta se construiría en una parcela situada aguas arriba de la captación de aguas de la ciudad de Zamora, es decir, que las más que posibles filtraciones, vertidos, escapes o accidentes comprometerían la calidad de las aguas de abastecimiento de la ciudad.
CONSECUENCIAS DE LA INSTALACIÓN DE ESTAS PLANTAS
• Muchas plantas ya instaladas desde hace años en España provocan graves problemas de habitabilidad en las localidades cercanas debido a los inmundos olores que desprenden. Los vecinos pasan su vida reclamando que las cierren o que las cambien de ubicación.
Aseguran que no hay técnicos que las vigilen y que las plantas incumplen continuamente la normativa.
Las plantas, una vez instaladas, solicitan a la Administración autorización para modificaciones no sustanciales; y ello les permite realizar ampliaciones o procesar residuos industriales.
Nos dicen también los vecinos de esas localidades que en muchas ocasiones el proceso no se realiza de manera correcta y que igualmente el subproducto que sale de esas plantas acaba extendido por el campo incluso con restos a medio procesar.
El olor de ese digestato en cualquier caso es insoportable; se pega a la ropa y al pelo al caminar cerca de alguna parcela en la que se haya extendido.
Las empresas alegan que las plantas actuales no tienen nada que ver con las que presentan esos problemas, que las nuevas serán completamente herméticas, que los camiones de purín descargan a través de una manguera que se conecta directamente a la planta y que para los residuos sólidos existen en el interior de las plantas unos suelos móviles a través de los que se realizan las descargas de los camiones.
Sin embargo, en los proyectos figuran huecos para ventilación natural de la planta y para la recepción de residuos sólidos, que son focos de emisión de olores provocados por diversas sustancias químicas perjudiciales para la salud.
Tampoco parece muy creíble que las balsas que llevan plantas como la de El Cubo del Vino vayan a ir cubiertas, (siempre suelen ir abiertas) con lo que los olores que desprenda se apreciarán a una buena distancia y mucho más en épocas de calor.
Estas mismas circunstancias se podrían aplicar para el caso del digestato que se extendería por los campos.
Las empresas aseguran que se trata de un compost sólido e inodoro, pero en el proyecto de El Cubo se indica claramente que la parte sólida sería de un 20%, con lo cual resulta obvio que se trataría de una papilla semi líquida por lo que se extendería con cubas de purín y desde luego olería muy mal.
Nadie sabe en qué lugares se extendería este digestato. Las empresas aseguran que se regalaría a los agricultores como fertilizante, pero no existen pruebas de que tengan adjudicada esa inmensa cantidad de producto por contrato.
• En cuanto al ejemplo que suele ponerse sobre las más de 10.000 plantas alemanas existentes, decir que la inmensa mayoría de ellas son pequeños digestores de autoconsumo que abastecen a las poblaciones locales de energía al tiempo que recogen sólo los residuos de la zona.
Las plantas alemanas de gran tamaño como alguna de las que invitó a visitar la empresa instaladora de El Cubo a la corporación local, procesan en su mayor parte residuos vegetales y sólo una parte menor de purín; además no procesan cadáveres. Para realizar el proceso de obtención de metano, las plantas de biogás necesitan una gran cantidad de líquido que en España tienen que solucionar a base de purín, mientras que en Alemania disponen de agua en abundancia para sustituirlo. Esas plantas visitadas tampoco tenían balsa de digestato. Por tanto, se trataba de algo completamente distinto a lo que pretenden instalar aquí.
• Las empresas de biogás son rechazadas por la población en general allá donde pretenden instalarse, motivo por el cual se valen de varios recursos para tratar de convencer a los vecinos de los pueblos:
-Por un lado, comienzan con el más absoluto secretismo a establecer contactos con los alcaldes de los pueblos en los que quieren instalar las plantas. A través de la figura del “conseguidor” (persona de la zona bien relacionada con agricultores y ganaderos que busca terrenos convenientes para instalar las plantas y hace de intermediario entre las empresas y los propietarios de las parcelas) y de espaldas a la población, se hacen con la propiedad o el alquiler de dichas parcelas. Muy a menudo ofrecen comprar parcelas que son propiedad de los propios alcaldes. A la vez cierran contratos de entrega de residuos como purines y estiércol con los ganaderos ofreciéndoles cantidades muy altas de dinero. Estos contratos siempre resultan mucho más ventajosos para la empresa y dejan a los ganaderos condicionados a entregar sus residuos de manera permanente (y corriendo el riesgo de que en algún momento la empresa pueda acabar cobrándoles por el servicio). Y el añadido aún peor de verse obligados a llevarse el digestato para el resto de sus días.
-Por otro lado, ofrecen a los ayuntamientos una gran riqueza para la zona en forma de empleos y de impuestos. En la publicidad de estas empresas suele aparecer un elevado número de puestos de trabajo, muy superior al que aparece en sus proyectos (9 Cubo del Vino y 6 Coreses), que es también mayor al que finalmente suelen necesitar estas plantas ya que se encuentran completamente mecanizadas. Para colmo, estos pocos empleos salvo quizás alguno de peores condiciones, suelen recaer en personal de fuera y muchas veces sólo ocasional.
En cuanto a los impuestos, las cifras de incluso 3 millones de euros con las que suelen impresionar a las corporaciones locales poco tienen que ver con la realidad: el IBI está subvencionado hasta en un 90% para las empresas generadoras de gas y electricidad. Ninguna empresa paga IAE durante los dos primeros años y a partir del tercero únicamente tienen que tributar si su beneficio neto es de más 1 millón de euros (que pueden representar como mucho unos 2.800 € al año). Mientras que el ICIO solamente se tributa sobre la parte de la obra civil de la inversión total (unos 100.000 € como mucho).
• Por último, la instalación de estas plantas representa una pérdida de la población de las zonas en las que se instalan, así como el cierre de negocios y la bajada del precio de las propiedades.
Afortunadamente, a pesar de los esfuerzos realizados por estas empresas para evitar que la información detallada llegue a los habitantes de las zonas donde pretenden instalar las plantas, en muchas ocasiones se está consiguiendo la paralización de los proyectos gracias a la presión popular y a la negativa de los ayuntamientos a facilitar su instalación, ya que la licencia urbanística y la licencia de obras son de su competencia.
Buenos ejemplos de ello son Castropodame en León, Cubas de la Sagra en Madrid, Vega de Tera en Zamora, Albacete… Y muchos otros en los que los ayuntamientos han decidido escuchar a sus vecinos y juntos han podido evitar que sus pueblos se conviertan en vertederos dónde se gestionarían cientos de miles de toneladas de residuos.